Kate Bush reinó en el pop-rock inglés de los ochenta con voz operística y enigmáticas canciones de orquestación barroca, por las que fluía un poderoso combinado de referencias literarias y honestas confesiones personales.
Dave Gilmour, guitarrista de Pink Floyd, advirtió su talento precoz cuando la artista contaba quince años, pero la discográfica EMI esperó a su eclosión, el momento de The kick inside (1978), un disco embelesador bajo su brillo de indefinible misterio.
La canción 'Wuthering heights' fue entonces una muestra soberana de alarde vocal e interpretación al piano, algo que Kate Bush repitió con teatralidad y parecido éxito en 'Babooshka', tema sobresaliente de otro álbum imaginativo: Never for ever (1980).
Y, sin embargo, lo mejor de Kate Bush llegaría con Hounds of love (1985), en donde jugó, alegre, con arreglos y melodías para crear canciones de pop progresivo que la reflejan bajo un doble universo de espiritualidad y sensualidad indescifrables.
(La luz empieza comienza a sangrar, comienza a respirar, comienza a hablar. ¿Lo sabías? Ahora te amo más / Voy cayendo como una piedra, como una tormenta. He nacido otra vez en la dulce niebla matinal. ¿Lo sabías? Ahora te amo más / Voy cayendo, pero, ya sabes, querría mantenerme. Besaré el suelo. Se lo diré a mi madre, a mi padre, a mi amado, a mis hermanos. Les diré lo mucho que los quiero)
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