La obra majestuosa de Pink Floyd fue la reiteración de un viaje a la imaginación futurista, para el que se pertrecharon de música progresiva y psicodelia, y navegaron entre las ondas en donde residen los sueños y sus súbitos despertares.
Liderados al inicio por Syd Barret, Pink Floyd dejó atrás sus influencias del blues, y en 1967 alumbraron The Piper at the gates of dawn, un primer álbum de cromatismo llameante que remite a una psique en alterada efervescencia.
La compañía del LSD alcanzó a Syd Barret, que aquel mismo año fue sustituido por David Gilmour. Pero el multiinstrumentista Roger Waters tomó el control y las excursiones electro-oníricas continuaron en los tres álbumes siguientes.
Con The Dark side of the moon (1973), un álbum producido inmaculadamente por Alan Parsons, Pink Floyd logró el milagro de dar solidez al aire, bajando de su consistencia con mensajes inquietantes sobre el paso del tiempo y el valor del dinero.
(Dejando pasar los momentos que hacen el día aburrido / Despilfarras y malgastas las horas distraídamente /Pateando un trozo de tierra de tu ciudad natal / A la espera de que alguien o algo te muestre el camino / Cansado de tirarte al sol, quedándote en casa mirando la lluvia / Eres joven, la vida es larga y hoy matas el tiempo... / Nadie te dijo cuándo correr, te perdiste el pistoletazo de salida)
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